La agricultura industrial responde a la necesidad de abastecer el consumo alimenticio de grandes poblaciones, para lo cual requiere un alto consumo de energía, tecnología,  logística y recursos químicos ampliando el nivel de tolerancia en el sabor y el aporte nutricional de los productos.

Cuando el resultado del mercado artesanal supera ampliamente el camino tecnológico, genera un impulso en la comunidad de la vuelta a lo básico recuperando el valor de las huertas pequeñas e inclusive las huertas urbanas.
En esta última década el interés por el cuidado del medio ambiente y la salud marcan una firme tendencia.

La concientización del hombre citadino en el consumo de alimentos sanos, con valor nutricional, ecológico y orgánico crece día a día.

En la actualidad proliferan tutoriales de la “huerta en casa”. Las razones para emprender la aventura de crear sus propios alimentos son muy variadas
·         Aporta a la economía familiar
·         Reúne a la familia detrás de un objetivo común
·         Garantiza la calidad de los alimentos
·         Estimula a probar nuevos sabores
·         Permite adquirir un aprendizaje sobre valores nutritivos, tiempo de cosecha, cultivos temporales, etc.
No es necesario grandes espacios, un cantero, una maceta, una pared con iluminación solar basta para empezar el desafío.
Lo infaltable, la cámara de fotos para subir con orgullo los logros a las redes sociales.